En 1982, Pierre Gemayel, el líder del partido de derecha Falange, el grupo político cristiano más fuerte de Líbano, recibió con agrado la invasión del ejército israelí para expulsar a las fuerzas sirias y palestinas que habían tomado la región fronteriza en el sur del país. Luego de que los israelíes expulsaron a los sirios y a la OLP, Gemayel y su hijo Bashir usaron la victoria para llegar a la presidencia. Sin embargo, tres semanas después, Bashir fue asesinado. Ante tal situación, Gemayel implementó su Plan B y se aseguró de que su otro hijo, Amine, ganara la siguiente elección con una plataforma política pro-siria. Hoy en día, Amine sigue activo en la política libanesa. Los libaneses han aprendido a sobrevivir bajo la ocupación extranjera, lo que se refleja en su pragmatismo: « El que esté durmiendo con mi madre es mi padre ». La supervivencia a menudo depende de saber cómo adaptarse rápidamente a las circunstancias.
La alianza de Arabia Saudita con China para buscar la normalización de las relaciones con Irán, es una jugada parecida a la de Gemayel. En un momento en que las relaciones con Estados Unidos se han deteriorado, Arabia Saudita buscó un aliado alternativo en China. Pero esta jugada inquieta a Israel que tiene una relación de inteligencia discreta con el reino saudita y que teme la creciente influencia de Irán en la región. La relación de inteligencia entre ambos países data de la década de 1960, cuando ayudaron al monarca yemení contra las fuerzas rebeldes respaldadas por Egipto y la Unión Soviética. Esta relación se ha profundizado notablemente desde que el príncipe heredero Bin Salman asumió el poder en 2016. La Mossad ha informado al gobierno saudita de posibles ataques de Irán y varios funcionarios israelíes, incluidos dos directores de Mossad, un ministro de defensa y dos asesores de seguridad nacional, han visitado Arabia Saudita para mantener conversaciones con altos funcionarios saudíes.
Aunque muchos de los objetivos de la colaboración de inteligencia seguirán siendo los mismos, las autoridades de ambos países tendrán que lidiar con intereses estratégicos divergentes. La normalización de las relaciones entre Arabia Saudita e Irán podría resolver la guerra en Yemen, pero la colaboración seguirá siendo fría y transaccional en el futuro. La Mossad teme que Arabia Saudita pierda su compromiso actual de ayudar contra Irán. Para Israel es importante saber cómo afectará la normalización en la problemática región. Pero la normalización entre Irán y Arabia Saudita también tiene un aspecto positivo para Israel, ya que el exdirector de la Mossad, Ephraim Halevy, ha sugerido que la apertura de los iraníes podría mejorar la cooperación con Israel.
El acuerdo también puede tener un impacto positivo en el conflicto israelí-palestino. Sin embargo, la normalización de las relaciones entre Arabia Saudita e Irán no afectaría mucho la posición de Irán sobre su proxy, Hamas, que operan en Gaza y Cisjordania. La colaboración de inteligencia entre Israel y Arabia Saudita continuará siendo sólida, pero será más transaccional. Israel tendrá que adaptarse y encontrar una solución a largo plazo.